La enfermera nos hizo pasar a una abarrotada sala de espera. Sólo quedaban dos asientos libres así que tuvimos que separarnos. El ambiente era soporífero y hacía demasiado calor. Andrés fue más agudo que yo y cogió el último Muy interesante que había en la mesilla. Eso redujo mis opciones a Cosmopolitan o el Hola. Decidí mirar al techo.
Cuando estaba a punto de dormirme, una enfermera llamó a la mujer sentada a mi izquierda. "Mercedes, pase. Javier, espere aquí por favor"
Irrumpió en la estancia un hombre joven con aspecto de actor porno. Muy alto y musculoso, melena morena, tejanos desgastados, botas terminadas en punta y chaqueta de pana. Derribó estrepitosamente un paragüero de latón y ocupó la silla que quedaba libre invadiendo el 45% de mi espacio vital. "Perdona" -dijo al golpearme con su robusta rodilla cuando cruzó una pierna sobre la otra ocupando aún más sitio- "¿No tendrás un boli por casualidad?"
Mientras buscaba un bic en el bolso, observé con envidia cómo abría su revista de sudokus (los que me conocéis desde el principio ya sabéis la tremenda adicción que sufro con este pasatiempo).
Traté de ignorar a Javier y sus sudokus pero me resultaba imposible. A pesar de haberme desplazado al máximo hacia la derecha, ocupaba casi la mitad de mi silla y por si fuera poco, cada vez que escribía una cifra me propinaba un codazo. Inevitablemente, empecé a seguir el juego por encima de su enorme hombro.
- Perdona, ¿te he dado otra vez con el codo?
- Pues sí.
- Vaya, ya me he atascado. Ya no se puede seguir, voy a empezar otro.
- Sí se puede. Es que ese cinco de ahí está mal -señalándole la casilla del error- Has tachado ese tres que estaba bien y por eso se te ha descuadrado, ¿ves?
- Ah claro... Gracias.
El gigante porno empezó a emborronar las casillas de los treses y los cincos y a escribir anotaciones en los márgenes hasta que la hoja de la revista se convirtió en una tremenda chapucería. En vistas de que miraba el papel con el ceño fruncido y sin anotar más números, continué dándole pistas.
- Encima de ese tachujo sólo está permitido el dos. Entonces te quedan en esta fil...
- ¡Ah claro! ¡Aquí un nueve!
- ¡Nooooo! ¡Que aquí ya tienes un nueve en esta columna! ¡Tacha!
- ¡Joder, otro tachón!
- Si es que eres un chapucero, trae -estiro de la revista y empiezo a rellenar las cifras obvias a toda velocidad- ¿Ves? Y ahora ya sólo qued..
- ¡Joder, lo estás haciendo todo tú! -arrancándome el sudoku de las manos- ¡Devuélveme la revista!
- ¡Pues devuélveme el boli! -y empezamos a forcejear con el bic.
Andrés alarmado se levantó y vino desde el lado opuesto de la sala. En ese momento fui consciente de que había más personas observando la escena en silencio y con los ojos muy abiertos.
- ¿Se puede saber qué estáis haciendo? -gruñó en voz baja.
La enfermera abrió de nuevo la puerta.
- Andrés, ya puedes pasar.
- ¿Puede acompañarme mi esposa? -exclamó.
- Claro -repuso amablemente.
- Vamos Tam, suelta el sudoku -refunfuñó- Y tú, dale el boli.
- ¿Yo soy tu esposa? -le pregunté divertida mientras seguíamos la bata blanca por el pasillo.
- ¿Qué voy a hacer contigo, Tam? Eres psicodélica.
- ¿¿Que soy qué??
- De psiquiatra quería decir. ¡Que me pones nervioso, joder!
¡Jajajajajaja!
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