December 16, 2010
Giré el volante de nuevo hacia la izquierda. ¿Por aquí voy bien? -pregunté. Encontrar su apartamento no parecía demasiado complicado pero la noche estaba fría y desapacible, era muy tarde y ambos estábamos cansados e incómodos. Sí -respondió. ¿Y en la siguiente rotonda a la derecha? -insistí. Él asintió con la cabeza y siguió mirando a través del cristal. Presionaba nervioso una pequeña bolita de papel, probablemente el envoltorio de un caramelo. ¿Pongo música? -propuse. No, gracias. Me duele un poco la cabeza -confesó. Te gusta mucho correr, ¿verdad? -añadió pocos segundos después. Ya casi hemos llegado.

Puse el intermitente y paré el coche al lado de un cactus del tamaño de un árbol. No había nadie en la calle. Sólo oscuridad y silencio. Muchas gracias por acercarme -dijo Sebàstian cuando abandonó al habitáculo. No hay de qué. Apagué la luz parpadeante y salí. Giro de 180º. Veinte. Cuarenta. Setenta. Teléfono. "¿Vienes ya? ¡Es tardísimo! ¿Dónde te metes a estas horas?" Voy. Ya vuelvo a casa. Noventa. Ciento diez. Ciento treinta.

(...)

No lo sé. No sé si me gusta. Correr. Volver a casa. No sé.

(...)

Un poco de música.

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posted by Tamaruca at 8:48 PM | 12 comments