Desde mi llegada al nº 13 de Lucky Street y, a pesar de que en
la última reunión de comunidad parecíamos congeniar, a mi vecino
Roberto y a mí nos une una profunda y sincera enemistad, animadversión mutua que ha perdurado y se ha afianzado a lo largo de los últimos años hasta convertirse en un sentimiento entrañable y familiar.
Roberto vive en el 2º izquierda de la escalera interior, justo debajo de mi piso. Me ha deleitado con fiestas entre semana donde el
reaguetón estaba tan alto que tintineaban las copas en la alacena del salón, ha pegado en mi puerta notas con proposiciones indecentes ayudándose de un chicle masticado, incluso ha robado ropa interior de mi tendedor. Los retrasos en sus pagos de comunidad provocaban rifirrafes continuos el tiempo que me tocó ser presidenta. Por mi parte, no estoy exenta de culpa. Contraatacar con
heavy a la hora de la siesta, caminar días enteros con tacones por el piso, pasar la aspiradora el domingo a las 8:00 de la mañana o sacudir la mopa sobre su ropa tendida, son sólo algunos ejemplos de mis muestras de hostilidad.
Ayer me abordó mientras recogía la correspondencia de mi buzón. Parecía nervioso. ¿O debería decir excitado?
- Rubia, contigo quería yo hablar.
- Ostras, qué susto. ¿De dónde has salido?
- Me tienes que dejar una peli, está a punto de venir una tía que me mola. Es una tía así como tú, que va de rollo intelectual.
- Yo no voy de ningún rollo. Ponle una tuya. O cántale.
- Joder rubia, no seas tan borde. Déjame una peli, que las mías no le molarán, son todas violentas o...
- Porno.
Comencé a subir las escaleras mientras fingía que lo ignoraba y que me interesaban las cartas que escriben los bancos. Él me siguió hasta la puerta tratando de convencerme.
- Anda déjame una tuya... Que está a punto de llegar... Una ñoña, una que le haga llorar... O un clásico, me conformo con un clásico. Te la cambio por una porno. Anda, venga...
- Que no. No seas pesado, si tanto te gusta, invítala al cine.
- ¡Ahá! ¡Ya sé lo que te pasa! ¡Estás celosa!
- Pffss... Anda pasa y elige alguna...
Roberto se acercó al mueble de la televisión, se agachó junto a la colección de DVD y empezó a leer títulos en alto. Cuando alguno le llamaba la atención se interesaba por mi opinión.
- Estas son mis favoritas pero ¿qué mas da? Le tienen que gustar a ella, no a mí. Tú la conoces y sabes cuales son sus preferencias, ¿no?
- No -respondió tajante-. En realidad sólo me la quiero tirar.
- Pffss... Espero que seas sincero al menos...
- Siempre lo soy -afirmó con rotundidad mientras escogía algunas de entre las que señalé-. Me llevo éstas, ¿vale?
- Vale...
- ¿Qué miras?
- Nada...
- Aún estás a tiempo, rubia. Si quieres me quedo contigo y paso de la intelectual.
- Pffss.... Fuera. A tu casa. Que ustedes forniquen bien.
- En el fondo te gusto, lo sé. Pero tía, es imposible cazarte entre novio y novio. Ya estás con otro, ¿no?
-
¡Fuera!Labels: Neighbourhood