- A ti no te gusta tomar el sol, ¿verdad? -le dijo.
- Chica lista -respondió la joven guiñándole un ojo.
- Estás tan blanquita...
- ¿Sería más feliz marroncita?
Mila rió con ganas. Había trabajado en esa urbanización plagada de ingleses y alemanes durante más de cuatro años y ahora, la recién llegada, le parecía todo un fichaje. Por respuestas de ese tipo y por algunos detalles más. Le gustaba por todo aquello por lo que a los demás, en general, no les gustaba. Como su música, sus cortinas naranja chillón, su modo de romper la estética y la monotonía. Recordó el día que hizo quedar como un tonto al odioso Mr. Jules. O cuando logró callar al chucho irritante de la familia Holmes dándole un yogur de coco. O lo mejor, cuando la pilló junto a su marido saltando con tacones de aguja la verja de aquellos chalets de lujo... aunque eso ella no se lo había contado a nadie.
Pareja intrigante, había que reconocerlo.
- ¿De dónde sois?
- ¿Tú qué crees?
Mila pensó durante unos segundos.
- Tenéis acento de ninguna parte. Tanto tú como Jorge.
- Eso dicen, sí. Pues justo de ahí, sí, de ahí somos. De ninguna parte. Total, vamos de lado a lado... Por cierto, me gusta tu gorra. ¿Es de lana escocesa?
- Puede ser, me la regaló una señora de Inverness -comentó ufana-, la de la casa C4. La limpio también, cuando no están ellos.
- ¿Ah, sí? -exclamó la joven con repentino interés.
- Sí, claro. Además de la piscina y los jardines de la urbanización, cuido algunas casas. Los dueños me dejan sus llaves y...
- ¿¿Tienes llaves de casas de aquí??
- Ahá...
- ¿¿Y las tienes contigo en este momento??
- Ahá...
La jardinera estaba disfrutando con la escena. Miraba a la joven que, visiblemente excitada, empezó a recoger rauda sus apuntes. Cerró sus libros y los apiló. Metió los lápices en el estuche, se volvió hacia Mila y agarrándola fuerte del brazo, casi imploró.
- Enséñamelas.
- ¿Las tetas? Qué iba a pensar Jorge...
- No boba, eso después. Primero las casas. Las casas de los guiris que no están. Por favor... No se lo diré a nadie. Lo prometo. Palabrita del niño Jesús.
- ¿Te gusta ver casas ajenas?
- Todos tenemos un oscuro secreto, ¿no?
Volvió a reír con ganas. Algo le hacía sentir que podía confiar en ella. Se habían caído bien desde el principio, eso era innegable. ¿Debería confesarle que la vio saltar al interior de aquel chalet con nocturnidad y alevosía?
Tal vez más adelante...
Labels: Island House
Espero que esas historias del nuevo vecindario que nos estamos perdiendo aparezcan alguna vez a modo de flashback.
Por lo demás, ese comentario sobre tetas de Mila me ha gustado. De entrada me cae bien, pero si de hecho te abrió las puertas de casas ajenas, creo que no la contrataría para trabajar en la mía :P
Y espero que nadie de la comunidad lea tu blog (al final se termina sabiendo, como pasó en Neighbourhood) y que los nombres sean ficticios porque si no podría ser un problema para "Mila" ;)
¡Jajaja! Los viajes, al menos alguien comprende mi terrible pulsión allanadora de moradas (sin "malinquir" Fet, que conste en acta, que yo no toco nada, soy una mera voyeur...)
Me quedé impresionada con el último chalet en el que me colé, la verdad... Suelos y escalinata de mármol, techos decorados con cúpulas, 3 plantas, un salón con unas vistas al océano que eran para llorar de bonito, baños con espejos empotrados en la cerámica, piscina propia, jardín, solarium... En fin, un sueño económicamente inalcanzable, snif...
De todos modos, nadie me ha visto saltar nunca a una propiedad privada, y si alguien afirma que sí, que lo pruebe :P
At 11:01 PM, El pasajero
At 3:53 PM,
At 10:01 PM, luciérnaga
At 1:35 AM,