July 28, 2008
Como muchos de vosotros ya sabéis, Jorge y yo nos encontramos en plena mudanza: cajas y más cajas, pintura, serrín, muebles nuevos, ruina económica, ojeras, etc. Lo cierto es que, desde que nos encontramos el 9 de noviembre del año pasado en el aeropuerto de Barajas, no hemos parado de complicarnos la vida mutuamente. Primero él abandonó la capital y se vino a vivir conmigo a Neighbourhood. Fue entonces cuando me di cuenta de que, o bien mi apartamento era demasiado pequeño, o bien Jorge era demasiado grande. Decidimos así cambiarnos a un piso algo mayor. Encontramos uno muy agradable en una zona céntrica y muy linda de la ciudad. La vivienda sólo tenía un inconveniente: su antigüedad. Tuvimos que reformarla completamente. Y cuando digo completamente, quiero decir total y absolutamente. Todo. Cuatro meses de obras, que se dice pronto.
No contentos con el tinglado que habíamos montado, aceptamos un proyecto de trabajo muy interesante a caballo entre isla tranquila y Dinamarca. De nuevo dos años fuera de nuestra ciudad: viajes constantes, aviones, trenes, idas y venidas... En nuestra línea, vaya.
Pero no se vayan todavía, aún hay más. Resulta que a Jorge debió parecerle que nuestras vidas no eran lo suficientemente complicadas así que me pidió que me casara con él de modo inminente. Claro -respondí al más puro estilo Holly Golightly-, nunca me he casado antes. Y menos de modo inminente.
Y hasta aquí un breve resumen de los últimos meses. Me sigue fascinando el hecho de que lleguen personas hasta este desastre de blog, se encuentren a gusto y se queden, que se enganchen a la cotidianeidad caótica de mi vida, a mis avatares varios. No imagináis hasta qué punto me hace ilusión que os divirtáis con las aventuras que os cuento, que sigáis ahí aunque apenas pueda prestarle atención a esta ventanita tan extraña que es internet. Gracias, gracias y mil gracias.
Estaré fuera un par de semanitas. Además, es probable que con esto de la mudanza me quede sin conexión en casa algún tiempo más. Sin embargo, volveré en cuanto me sea posible. Ya lo saben, soy una pesada.
No contentos con el tinglado que habíamos montado, aceptamos un proyecto de trabajo muy interesante a caballo entre isla tranquila y Dinamarca. De nuevo dos años fuera de nuestra ciudad: viajes constantes, aviones, trenes, idas y venidas... En nuestra línea, vaya.
Pero no se vayan todavía, aún hay más. Resulta que a Jorge debió parecerle que nuestras vidas no eran lo suficientemente complicadas así que me pidió que me casara con él de modo inminente. Claro -respondí al más puro estilo Holly Golightly-, nunca me he casado antes. Y menos de modo inminente.
Y hasta aquí un breve resumen de los últimos meses. Me sigue fascinando el hecho de que lleguen personas hasta este desastre de blog, se encuentren a gusto y se queden, que se enganchen a la cotidianeidad caótica de mi vida, a mis avatares varios. No imagináis hasta qué punto me hace ilusión que os divirtáis con las aventuras que os cuento, que sigáis ahí aunque apenas pueda prestarle atención a esta ventanita tan extraña que es internet. Gracias, gracias y mil gracias.
Estaré fuera un par de semanitas. Además, es probable que con esto de la mudanza me quede sin conexión en casa algún tiempo más. Sin embargo, volveré en cuanto me sea posible. Ya lo saben, soy una pesada.
posted by Tamaruca at 6:32 AM |
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