March 19, 2010
Corrió las cortinas y el salón quedó en penumbra. Se subió a una silla, alcanzó una cajita camuflada en lo más alto de la estantería y la lanzó sobre la mesa. Después descendió con cuidado.
- Venga -dijo muy seria-, abre esa caja y monta la herradura de la suerte. Rápido.
Y yo abrí la caja. Y aparecieron las piezas de lo que debía ser un puzzle. Y lo monté rápidamente porque Deisy estaba muy seria y Deisy nunca estaba seria así que yo estaba un poco asustada (por no decir acojonada) con todo eso del tarot y la videncia y pensaba que en qué hora me había dejado convencer para esta sesión.
- Ya está -anuncié en cuanto coloqué la última ficha. Efectivamente, el dibujo representaba una enorme herradura dorada.
- ¿Ya? -respondió ella sin parar de encender velas de colores - A mí me costó más tiempo montar la base la primera vez.
- Es que yo soy más lista.
- Y más creída.
- También, también.
- Calla y concéntrate -y empezó a barajear unas cartas enormes de un modo extraño y con los ojos cerrados.
- Estás muy seria, ¡jiji!
- ¡Tam, si no te concentras no se puede!
- Es que me estás dando miedo, jo...
- ¡El azar es una cosa muy seria, es una fuerza que está por encima de nuestra voluntad, hay que tenerle respeto, coño!
- Vale, vale, me callo y me concentro.
- Eso. Silencio. Cierra los ojos. Piensa en lo que te preocupa. ¿Ya?
- Sim...
- Golpea tres veces las cartas con la mano izquierda y cort...
- ¿Golpearlas para qué?
- Porque hay que golpearlas.
- Pero, ¿para qué? Si por mucho que las golpeee, no se van a cambiar de sitio.
- ¡Tam! ¡Golpea y corta! ¡Golpea y corta!
- Golpeo y corto. Golpeo y corto.
Pum. Pum. Pum. Golpeé y corté. Qué mal humor se le ponía a mi amiga con esto del esoterismo, jolines.
- Caballo de espadas... Nueve de pentáculos... -rezaba Deisy mientras extendía los tarjetones en torno a la herradura.
- ¿Son buenas? ¿Eh? ¿Son buenas o malas, eh, eh?
- Caaaaalla... Ahora te las expliiiico...
- ¿Qué son los pentáculos? ¿Pasta? ¿Pasta gansa? ¿Pasta, pasta, past...? -estiré el brazo ágilmente para alcanzar la carta con aquellas extrañas monedas dibujadas, mi amiga interceptó el movimiento dándome un codazo furioso y catapún. Al suelo la baraja. Todas las cartas quedaron esparcidas del revés por todo el salón salvo una: el ahorcado.
- ¡AAAAHHH! -gritamos ambas a la vez.
- ¡Un ahorcado! ¿Eso es que me muero? ¿Me matan?
- ¡Te mato yo!
- ¡AAAAHHH! -grité yo sola esta vez-. ¡Mira ahí Deisy! ¡Justo detrás de ti!
- ¡Dónde!
- ¡Ahí, en la ventana!
Descorrió las cortinas con cuidado y la siniestra figura de dos enormes cuervos negros apareció dibujada tras el cristal.
- ¡Lo ves! -exclamé irritada- ¡Ya has atraído las fuerzas del mal!
Deisy bufó un poco, soltó unos cuantos improperios y por fin, tuvo una gran idea.
- Coooc... Coc, cococ cooooc...
- Emmm... ¿Qué haces?
- Hablarles.
- Ammm...
- A ver si se van.
- Ahá.
- No se van. Qué mal rollo. Los cuervos simbolizan muerte, ¿verdad?
- Mmmm... ¿No serían más bien los buitres?
- No.
- Pues yo que sé, la vidente eres tú, yo soy de ciencias. ¿Y si abrimos la ventana y les echamos agua?
- ¡Sí claro! ¡Y que se me metan en casa! ¡O que nos ataquen!
- ¿Atacan? ¡Ostras! ¿Entonces qué hago? ¿Cómo salgo de aquí con las fuerzas del mal acechando? Además, esto no son cuervos. Son cuervacos. En esta isla todo es tamaño maxi: superlagartijas, megaerizos, gigacucarachas...
- Puaj, calla, calla.
- Pffss...
Horas después, los cuervos seguían allí. Yo tenía una pelota de nervios formada entre el esófago y la traquea por culpa de la carta del ahorcado pero jamás admitiría delante de Deisy que sus cartas me afectaban lo más mínimo, faltaría más. Por fin, Jorge y Anners salieron de trabajar y vinieron a rescatarnos de nuestro encierro.
Han pasado cuatro días de aquello y sigo asustada (por no decir acojonada) con este extraño suceso.
¿Alguien en la sala entiende de tarot?
Mil gracias...
- Venga -dijo muy seria-, abre esa caja y monta la herradura de la suerte. Rápido.
Y yo abrí la caja. Y aparecieron las piezas de lo que debía ser un puzzle. Y lo monté rápidamente porque Deisy estaba muy seria y Deisy nunca estaba seria así que yo estaba un poco asustada (por no decir acojonada) con todo eso del tarot y la videncia y pensaba que en qué hora me había dejado convencer para esta sesión.
- Ya está -anuncié en cuanto coloqué la última ficha. Efectivamente, el dibujo representaba una enorme herradura dorada.
- ¿Ya? -respondió ella sin parar de encender velas de colores - A mí me costó más tiempo montar la base la primera vez.
- Es que yo soy más lista.
- Y más creída.
- También, también.
- Calla y concéntrate -y empezó a barajear unas cartas enormes de un modo extraño y con los ojos cerrados.
- Estás muy seria, ¡jiji!
- ¡Tam, si no te concentras no se puede!
- Es que me estás dando miedo, jo...
- ¡El azar es una cosa muy seria, es una fuerza que está por encima de nuestra voluntad, hay que tenerle respeto, coño!
- Vale, vale, me callo y me concentro.
- Eso. Silencio. Cierra los ojos. Piensa en lo que te preocupa. ¿Ya?
- Sim...
- Golpea tres veces las cartas con la mano izquierda y cort...
- ¿Golpearlas para qué?
- Porque hay que golpearlas.
- Pero, ¿para qué? Si por mucho que las golpeee, no se van a cambiar de sitio.
- ¡Tam! ¡Golpea y corta! ¡Golpea y corta!
- Golpeo y corto. Golpeo y corto.
Pum. Pum. Pum. Golpeé y corté. Qué mal humor se le ponía a mi amiga con esto del esoterismo, jolines.
- Caballo de espadas... Nueve de pentáculos... -rezaba Deisy mientras extendía los tarjetones en torno a la herradura.
- ¿Son buenas? ¿Eh? ¿Son buenas o malas, eh, eh?
- Caaaaalla... Ahora te las expliiiico...
- ¿Qué son los pentáculos? ¿Pasta? ¿Pasta gansa? ¿Pasta, pasta, past...? -estiré el brazo ágilmente para alcanzar la carta con aquellas extrañas monedas dibujadas, mi amiga interceptó el movimiento dándome un codazo furioso y catapún. Al suelo la baraja. Todas las cartas quedaron esparcidas del revés por todo el salón salvo una: el ahorcado.
- ¡AAAAHHH! -gritamos ambas a la vez.
- ¡Un ahorcado! ¿Eso es que me muero? ¿Me matan?
- ¡Te mato yo!
- ¡AAAAHHH! -grité yo sola esta vez-. ¡Mira ahí Deisy! ¡Justo detrás de ti!
- ¡Dónde!
- ¡Ahí, en la ventana!
Descorrió las cortinas con cuidado y la siniestra figura de dos enormes cuervos negros apareció dibujada tras el cristal.
- ¡Lo ves! -exclamé irritada- ¡Ya has atraído las fuerzas del mal!
Deisy bufó un poco, soltó unos cuantos improperios y por fin, tuvo una gran idea.
- Coooc... Coc, cococ cooooc...
- Emmm... ¿Qué haces?
- Hablarles.
- Ammm...
- A ver si se van.
- Ahá.
- No se van. Qué mal rollo. Los cuervos simbolizan muerte, ¿verdad?
- Mmmm... ¿No serían más bien los buitres?
- No.
- Pues yo que sé, la vidente eres tú, yo soy de ciencias. ¿Y si abrimos la ventana y les echamos agua?
- ¡Sí claro! ¡Y que se me metan en casa! ¡O que nos ataquen!
- ¿Atacan? ¡Ostras! ¿Entonces qué hago? ¿Cómo salgo de aquí con las fuerzas del mal acechando? Además, esto no son cuervos. Son cuervacos. En esta isla todo es tamaño maxi: superlagartijas, megaerizos, gigacucarachas...
- Puaj, calla, calla.
- Pffss...
Horas después, los cuervos seguían allí. Yo tenía una pelota de nervios formada entre el esófago y la traquea por culpa de la carta del ahorcado pero jamás admitiría delante de Deisy que sus cartas me afectaban lo más mínimo, faltaría más. Por fin, Jorge y Anners salieron de trabajar y vinieron a rescatarnos de nuestro encierro.
Han pasado cuatro días de aquello y sigo asustada (por no decir acojonada) con este extraño suceso.
¿Alguien en la sala entiende de tarot?
Mil gracias...
Labels: Beverly Hills, Friends
posted by Tamaruca at 4:02 PM |
23 comments